lunes, 14 de septiembre de 2009

Mi puerta cruje como si estuviera esperando algo mientras las lámparas tiritan con una posibilidad de vida. Escritos de desamor y desahogo, letras que se convierten en penas del corazón, corazón abierto al sentir a aquel hombre guapo y seductor que en su interior ahí un niño angustiado con miedo a la vida, el que se niega a la compañía. Los cuerpos se separan a la compañía, mientras me dejan sola con esta pena de la que he tratado de huir, me mirabas por reír y disfrutaba mientras mis entrañas descocaban literatura para ti, pero huyo de problemas carnales por que amo al muerto que me dejo, amo más que a la maternidad y que a mi propia vida, he amado mucho con emociones desgarradoras perdiendo el poder para vivir con el dolor en el pecho mientras las paredes destilan tinta roja de tu inexistencia. Soy hija del mar, de la tierra y del fuego, extraño rostros amigables pero sigo amando al pequeño que fue feliz entregándome su dolor para extrañar a aquella no entiende de letras.