domingo, 5 de agosto de 2007

Leer un libro debe tomar más esfuerzo neuronal de lo que toma ver un programa de TV. Eso en general; pero cuando hablamos de un libro en particular, la cosa puede cambiar. En este caso, “Cuatro rubias” (“Four Blondes”) de Candace Bushnell, debe requerir menos sinapsis por minuto que ver un programa de Discovery Channel. Y eso que en Discovery Channel, todo lo simplifican al máximo para que el televidente promedio tenga algo interesante de qué hablar. “Cuatro Rubias”, es la recopilación de cuatro cuentos, cada uno de ellos protagonizado por un estereotipo diferente de rubia-americana: la actriz guarra que está dispuesta a todo por mantener las apariencias y que no tiene vergüenza en admitirlo; la ejecutiva exitosa que deja todo de lado por el trabajo y que desprecia a su marido por no ser tan exitoso como ella; la princesa de socialité que lo tiene todo y aún así necesita de su amigo gay, sus lentes Dolce & Gabanna ; y finalmente, la periodista que va en busca de mejores horizontes masculinos a Londres, a la vez que escribe una columna sobre sexo en un diario inglés. Y sí, no son solamente ustedes: a mí también me suena a “Sex and the city”. No es para menos, ya que fue la misma Candace Bushnell la que escribió “Sex and the city” y, teniendo eso en cuenta más un conocimiento bien vago y básico de la serie de HBO, es posible hacerse una imagen del libro que podría resumirlo, aproximadamente en un 80%. Y es que la fórmula es exactamente la misma: contar las historias de mujeres independientes de Nueva York, que sufren por los hombres (o la falta de ellos) y que hacen todo esto, mientras planean veranos en los Hamptons y menean su bolso Louis Vuitton, todo unido por el leit motiv favorito de la Bushnell: el sexo. Para una que rayó la papa con “Sex and the city” y lo más cercano que va a tener de una tenida Armani va a ser una polera falsificada comprada en Patronato, igual es entretenido y es inevitable leer las 270 páginas que tiene el libro. Lo malo, es que no es predecible (al menos no como una película de Lindsay Lohan), sino que es MUY predecible. Todo es tan visto y tan obvio, que no es raro parar en seco la lectura de un momento a otro y hacerse la pregunta del millón: ¿por qué sigo leyendo esto? Al responder la pregunta, uno se da cuenta de que la solución tiene dos partes. La primera, será admitir que sí, eres una persona frívola o que al menos tienes una debilidad por las frivolidades ajenas (especialmente cuando no puedes acceder a ellas); y la segunda, que es menos impactante, tiene que ver con que, después de todo lo monotemática que puede ser, Candace Bushnell sabe cómo contar una historia. De acuerdo, yo tampoco le daría el premio Nobel de literatura y tampoco la llamaría “la gran narradora de nuestro tiempo”, pero es preciso adjudicarle a la Bushnell el toque que tiene para contar una historia y las diferentes maneras que tiene para hacerlo. Los cuatro cuentos, están escritos de manera diferente y cada una explota las facetas distintas que tienen los personajes. Aunque al leerlo, a uno le parece que estás hojeando la continuación de las aventuras de Samantha, Carrie, Miranda y Charlotte, y que es una historia que ya conoces. Al final sigues leyendo porque te lo cuentan de una manera muy dinámica, que no tiene vacíos ni momentos demasiado espectaculares. El libro es simplemente lineal y entretiene, lo que no da para que te quedes asqueado ni para que te cambie la vida. “Cuatro rubias”, me da la impresión, es un libro para leerse en un viaje largo; si es en avión, mejor. No hay que prestarle demasiada atención, porque todos los elementos son dados y ya conocidos, y la Bushnell no apela al lector en ningún momento para hacerlo partícipe de la interpretación de nada concerniente con las historias contadas. Candace Bushnell sólo escribe para entretener. Su función termina ahí y no hay nada más que se le pueda pedir. Esta limitada tarea, hay que admitirlo, que la creadora de Carrie Bradshaw (¡qué coincidencia esto de que las iniciales les coincidan! ¿Ah?), la cumple exitosamente, y por ende, no hay nada de qué quejarse. El libro es totalmente desechable, en la medida en que, una vez leído, lo más probable es que no lo vuelvas a leer nunca más, a menos que estés en la máxima desesperación del aburrimiento. Y es que la intención nunca fue de cambiarnos la vida. ¿Esperarías que un libro que se llame “Cuatro rubias” te cambie la visión de las cosas? Si es así, entonces te recomiendo esto: evítate una desilusión bastante grande y no leas el libro… y, de pasadita, pídete una hora al psicólogo. wuuaa me fui en la vola vola escribiendo pero me kedo weno...lamentablemente este libro no lo lei muy bien ya que solo me ineriorise en el puto resumen bajado de internet. pero se viene la compra de este y la peli de este mismo